Visita al Centro Astronómico del Alto Turia (CAAT)

Son las siete de la tarde y un autobús espera frente al edificio blanco de investigación del campus de Burjassot. Un heterogéneo grupo de personas se concentra junto a él, desde profesores de universidad hasta niños de como mucho diez años de edad acompañados por sus padres. Todos ellos tienen en común una cosa, su interés por la astronomía. Se trata de una de las numerosas actividades que el Departamento de Astronomía y Astrofísica de la Universitat de València viene ofreciendo con asiduidad para todos aquellos amantes de la cosmología y la exploración espacial, y con más razón este año, gracias a la celebración desde primeros de enero del que es el Año Internacional de la Astronomía (IYA2009). “Aquí todos disfrutan, hay docentes, investigadores, o simplemente aficionados a la observación espacial, como es mi caso” comenta Vicente Roig, astrónomo amateur, mientras su hijo de siete años enumera la lista de las estrellas más brillantes como si se tratara de los personajes de su serie favorita,  “me gusta que mis hijos compartan la afición por el espacio conmigo, por eso no dudo en traérmelos siempre que puedo”. A 98 kilómetros de Valencia capital, en las estribaciones de la Sierra de Javalambre y el alto Turia Valenciano les espera el Centro Astronómico Universitario de Aras de los Olmos, uno de los más importantes de la Comunidad Valenciana y de España en general.

«Lo mejor es salir a los pueblos con los telescopios de la asociación para divulgar la astronomía entre la gente de a pié, que no la tienen tan de cerca, y siempre les acaba sorprendiendo favorablemente”, comenta de camino al Observatorio de Aras de los Olmos Javier Navarro, miembro del Departamento de Astronomía y Astrofísica del campus de Burjassot y presidente de la Asociación de Astronomía de la Universidad de Valencia. 

A las nueve menos cuarto el autobús hace una parada técnica en Aras de los Olmos. Aún quedan alrededor de 10 kilómetros de carretera montañosa hasta llegar a La Muela de Santa Catalina, emplazamiento concreto a 1300 metros sobre el nivel del mar donde se encuentra el Observatorio. Algunos se dirigen a la plaza del pueblo donde se ubica el único Bar abierto en estas fechas del año. El objetivo es el de proveerse de un buen bocadillo para la cena, pero el dueño del Bar les explica que es él mismo quien amasa y hornea su propio pan y que llegan a unas horas en las que ya no se hace.

Los telescopios se han puesto aquí, tan lejos de Valencia, entre otras circunstancias porqué ésta es una de las regiones de cielo más oscuro de toda la comunidad valenciana, e incluso de España. Es una zona privilegiada por la ausencia de contaminación lumínica y por las favorables condiciones atmosféricas para la observación” explica Juan Fabregat, director del Observatorio de la Universidad de Valencia.

El CAAT: Centro Astronómico del Gran Turia

Los primeros medios de observación con los que contó el Observatorio Astronómico fueron instalados sobre el techo del edificio histórico de la Universitat de València en la calle de la Nave. Pero el incendio ocurrido en el año 1932 destruyó prácticamente todas las instalaciones astronómicas. En 1946 el Observatorio se trasladó a la Avenida de Blasco Ibáñez, la actual sede del Rectorado de la Universitat. Pero el posterior desarrollo de la ciudad de Valencia, y la contaminación luminosa que supuso, imposibilitó la realización de un trabajo astronómico de calidad en este observatorio. Por este motivo, el Observatorio Astronómico de la Universitat de València tuvo que buscar un nuevo emplazamiento para trabajar. De esta forma nació el CAAT, el Centro Astronómico del Alto Turia, puesto en marcha por el Observatorio de la Universidad y por la Asociación Valenciana de Astronomía (AVA) y emplazado a 10 kilómetros de Aras de los Olmos, donde el equipo que trabaja allí esta noche recibe al autobús que hoy les visita.

Juan Fabregat muestra orgulloso las instalaciones a este peculiar grupo de aficionados que abarca desde el estudiante más “amateur” hasta el experto más entendido en la materia. En concreto, visitan las nuevas instalaciones, inauguradas en julio de 2007, y construidas a escasa distancia del primer emplazamiento del observatorio en la zona, que fue trasladado con el fin de que no interfiriera en las observaciones el parque eólico proyectado en la zona. La obra civil supuso en su momento un desembolso de unos 300.000 euros, a los que hubo que añadir los 170.000 euros que costó el telescopio “Trobar”. Entre las líneas de trabajo más importantes de este observatorio  se encuentra la búsqueda de planetas fuera de nuestro sistema solar. “El Año Internacional de la Astronomía coincide con el centenario del Observatorio Astronómico, por eso lo que queremos hacer desde aquí es que estas instalaciones empiecen a funcionar a pleno rendimiento durante el presente año 2009, como conmemoración a estos dos grandes aniversarios” explica el director del observatorio mientras se dirige a una de las herramientas más preciadas del emplazamiento. 

 

El «Trobar», la joya de la corona

Esta estación de observación consta de dos instrumentos principales. Un telescopio de 40 cm de diámetro de uso multidisciplinar, tanto para proyectos de investigación y docencia, como para prácticas de segundo ciclo y máster de la Universidad, así como también para la formación  y la divulgación al público en general. El otro, y más importante, es el telescopio reflector de 60 cm de apertura bautizado como “Trobar” (“encontrar” en valenciano) que puede ser utilizado remotamente vía Internet. Actualmente se están ultimando los procedimientos para que este telescopio sea totalmente robótico, capaz de tomar decisiones como cuándo abrir o no la cúpula por sí sólo y qué programa de observación seguir en función de las condiciones meteorológicas existentes cada noche.

A día de hoy el desarrollo tecnológico ha hecho que la investigación más puntera en astronomía se haga desde los observatorios espaciales y también desde los telescopios gigantes de 10 metros como los que incluyen las estaciones de las Islas Canarias, Chile o Hawai. Ante este panorama la pregunta se hace más que evidente, ¿hasta qué punto es rentable invertir en este tipo de estaciones intermedias como la de Aras de los Olmos?, Fabregat lo tiene claro: “estos grandes telescopios que se están desarrollando hoy en día son muy pocos en comparación con toda una comunidad científica internacional que tiene cada vez más astrónomos interesados en la observación»  Su colega y profesor titular de Astronomía y Astrofísica, José Carlos Guirado está de acuerdo: “Hace falta complementar esos grandes telescopios con telescopios más pequeños que sirvan precisamente para la formación de los estudiantes y para los programas preparatorios”.

Tras la cena, Fabregat muestra a los asistentes algunas de las maravillas del Universo a través de uno de los dos telescopios de las instalaciones. Desde una de las estrellas más brillantes vistas desde la Tierra, Arturo, hasta espectaculares nebulosas planetarias que hacen las delicias de los más pequeños.

A las dos y media de la madrugada el autobús devuelve la expedición a su Valencia de origen. Un cielo con exceso de alumbrado hace que el cielo se abrillante e impida ver las estrellas que tan sólo unas horas atrás se veían nítidamente a simple vista. Hoy más de uno se acostará pensando en aquella célebre frase de Carl Sagan que dice: “Somos polvo de estrellas que piensa acerca de las estrellas”.

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